La Antigüedad
El proceso de romanización, desde finales del siglo III a finales del I a.n.e., supone la ocupación extensiva del territorio a partir del triángulo formado por los núcleos de Gadir (Cádiz), Asta Regia (Mesas de Asta) y Asido (Medina Sidonia) y la proliferación de asentamientos rústicos en el territorio.
La integración de Gades a la órbita romana y el ascenso de la familia gaditana de los Balbos, supone el desarrollo del territorio tanto desde el punto de vista de las infraestructuras (Acueducto Romano a Gades o desarrollo de las communicaciones terrestres), como desde el punto de vista de la parcelación del territorio para su uso económico.
La mayor parte de los asentamientos que conocemos son talleres de producción de cerámica, de ánforas, que desarrollan su actividad desde finales del siglo I a.n.e. y principios del II.
Los yacimientos de los alfares de Cantera Lavalle, Casines, Carpio Chico, El Almendral y Casa del Gallego no son anteriores al siglo I a.n.e. y productos realizados aquí se pueden rastrear en varios puntos del Imperio. En un principio esta actividad es paralela a actividades agrícolas o pesqueras, dependientes de villas.
A partir de esos momentos, debido al desarrollo de la producción de salazones y salsas se dispara la demanda de envases haciendo que los propietarios de alfares encaucen su producción a la venta de ánforas, produciéndose un fenómeno de especialización alfarera.
Yacimientos como el del horno de El Gallinero lo forman unas instalaciones de pequeño tamaño relacionadas con producción agrícola o pesquera. Al contrario, el alfar de El Olivar de los Valencianos funcionó de manera diferente, presenta una actividad más “industrial” porque demuestra que una parte de la producción de ánforas se destina a su venta.
Poco a poco van desapareciendo los establecimientos de pequeñas dimensiones a favor de grandes centros de producción como los de Puente Melchor y Villanueva. La producción de ánforas para vino, salsas y aceite se exporta a lugares tan lejanos como Septem Fratres (Ceuta)
La aparición de la villa romana de Puente Melchor, ha dado más relevancia arqueológica al complejo alfarero de la Bahía de Cádiz. En él se evidencia un claro complejo manufacturero con ocupación efectiva y continuada, desde la segunda mitad del siglo I a.C. hasta mediados del siglo IV d.C. aproximadamente.
En esta lujosa villa se excavó un mosaico que ocupó la superficie del suelo del triclinium. Este mosaico de Puente Melchor mide 5,44m x 6,78m, presenta una decoración geométrica, figurativa y floral, y posee gran roseta de triángulos curvilíneos que alberga un medallón con la figura del dios Baco en su interior, y se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico de Cádiz desde el año 2016.
La cronología de este mosaico se ha fijado hacia finales del siglo II o primer cuarto del siglo III d.c.
El mosaico de Puente Melchor no sólo destaca por ser único en la zona sino por sus dimensiones, calidad, técnica, representaciones. Se trata de un pavimento musivo en el que se contempla una gran riqueza, que acoge en sus alfombras los elementos o repertorios decorativos más característicos de época romana como son las estrellas de losanges, peltas, cenefa de esvástica, roseta de triángulos curvilíneos, etc., herencia ya no sólo del mundo itálico sino también de Oriente y el norte de África, con quienes tenían continuas relaciones comerciales.

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