Centro de interpretación de la cultura de Puerto Real

CIC Puerto Real

1. PREHISTORIA

Los primeros pobladores

La visita comienza con una reproducción del enterramiento de «El Retamar«, un yacimiento de gran interés porque nos permite reconstruir el paso de las comunidades cazadoras-recolectoras de la zona suroeste de Andalucía a comunidades agropecuarias sedentarias en el marco territorial de la Bahía de Cádiz.

Los restos de herramientas de piedra, que en el yacimiento son numerosos y variados, nos descubren una sociedad con un alto grado de especialización en cuanto a los modos de trabajo de las comunidades de cazadores-recolectores del final del Paleolítico y el inicio del Neolítico, o lo que es lo mismo el Mesolítico: microlitos geométricos; cantos tallados para la caza, pesca y marisqueo; para el tratamiento de vegetales: incipientes elementos de hoz, láminas con retoque abrupto y borde abatido.

Son precisamente estos últimos los que vinculan a estas sociedades con el inicio de la economía de producción y la fijación de modelos tribales de organización social en hábitats semisedentarios.

Las comunidades de cazadores-recolectores estarían sujetas a una amplia movilidad entre la costa atlántica y la sierra gaditana; en invierno ocuparían la costa y en primavera-verano realizarían las grandes cacerías en el interior; es muy probable que estas concentraciones de grupos de cazadores ejercieran un papel sustancial en los inicios de las primeras formaciones económicas y sociales.

La cronología de este mosaico se ha fijado hacia finales del siglo II o primer cuarto del siglo III d.c.

El mosaico de Puente Melchor no sólo destaca por ser único en la zona sino por sus dimensiones, calidad, técnica, representaciones. Se trata de un pavimento musivo en el que se contempla una gran riqueza, que acoge en sus alfombras los elementos o repertorios decorativos más característicos de época romana como son las estrellas de losanges, peltas, cenefa de esvástica, roseta de triángulos curvilíneos, etc., herencia ya no sólo del mundo itálico sino también de Oriente y el norte de África, con quienes tenían continuas relaciones comerciales.

2. ROMANIZACIÓN

La antigüedad

El proceso de romanización, desde finales del siglo III a finales del I a.n.e., supone la ocupación extensiva del territorio a partir del triángulo formado por los núcleos de Gadir (Cádiz), Asta Regia (Mesas de Asta) y Asido (Medina Sidonia) y la proliferación de asentamientos rústicos en el territorio.

La integración de Gades a la órbita romana y el ascenso de la familia gaditana de los Balbos, supone el desarrollo del territorio tanto desde el punto de vista de las infraestructuras (Acueducto Romano a Gades o desarrollo de las communicaciones terrestres), como desde el punto de vista de la parcelación del territorio para su uso económico.

La mayor parte de los asentamientos que conocemos son talleres de producción de cerámica, de ánforas, que desarrollan su actividad desde finales del siglo I a.n.e. y principios del II.

Los yacimientos de los alfares de Cantera Lavalle, Casines, Carpio Chico, El Almendral y Casa del Gallego no son anteriores al siglo I a.n.e. y productos realizados aquí se pueden rastrear en varios puntos del Imperio. En un principio esta actividad es paralela a actividades agrícolas o pesqueras, dependientes de villas.

A partir de esos momentos, debido al desarrollo de la producción de salazones y salsas se dispara la demanda de envases haciendo que los propietarios de alfares encaucen su producción a la venta de ánforas, produciéndose un fenómeno de especialización alfarera.

Yacimientos como el del horno de El Gallinero lo forman unas instalaciones de pequeño tamaño relacionadas con producción agrícola o pesquera. Al contrario, el alfar de El Olivar de los Valencianos funcionó de manera diferente, presenta una actividad más “industrial” porque demuestra que una parte de la producción de ánforas se destina a su venta.

Poco a poco van desapareciendo los establecimientos de pequeñas dimensiones a favor de grandes centros de producción como los de Puente Melchor y Villanueva. La producción de ánforas para vino, salsas y aceite se exporta a lugares tan lejanos como Septem Fratres (Ceuta)

La aparición de la villa romana de Puente Melchor, ha dado más relevancia arqueológica al complejo alfarero de la Bahía de Cádiz. En él se evidencia un claro complejo manufacturero con ocupación efectiva y continuada, desde la segunda mitad del siglo I a.C. hasta mediados del siglo IV d.C. aproximadamente.

En esta lujosa villa se excavó un mosaico que ocupó la superficie del suelo del triclinium. Este mosaico de Puente Melchor mide 5,44m x 6,78m, presenta una decoración geométrica, figurativa y floral, y posee gran roseta de triángulos curvilíneos que alberga un medallón con la figura del dios Baco en su interior, y se encuentra expuesto en el Museo Arqueológico de Cádiz desde el año 2016.

Ello, unido a un rápido aumento de la temperatura, que ocasionó el deshielo de los casquetes glaciares, la expansión de bosques y el aumento del nivel del mar, marcan la transición de una economía basada en la caza y la recolección, a una basada en la economía de producción, en la que la pesca, el marisqueo, la explotación de la tierra y la ganadería como propiedades comunales, generarán cambios en la tecnología, los modos de vida y, por extensión, en las formas de conciencia, pensamiento e ideología.

3. FUNDACIÓN

El Puerto Real de los Austrias

Durante el reinado de Alfonso XI los cristianos se hacen con el territorio que ocupa hoy Puerto Real. La ciudad de Jerez se hace con el terreno y se inicia un período de rivalidades y disputas con Cádiz. Los Reyes Católicos terminaron interviniendo creando una villa en principio con jurisdicción independiente de Jerez y de Cádiz.

Los motivos de la fundación eran tanto de orden político como económico. Buscaban un puerto abrigado y seguro, dependiente de la corona, desde el que zarpasen las naves comprometidas en el asedio marítimo al reino de Granada. Buscaban también un lugar con salida al mar que contrarrestase la influencia del resto de los puertos de la bahía, en manos de linajes señoriales.

Así pues, es otorgada la Carta de Fundación el 18 de junio de 1483 por los Reyes Católicos en Córdoba, en donde se encontraban con los preparativos de la Guerra contra Granada.

La villa recién creada necesitará de algunos años para su desarrollo como tal. Así, el 23 de junio de 1484 el licenciado Juan de la Fuente, alcalde de Casa y Corte, obtiene el poder para repartir las salinas del término.

Por una real provisión firmada por la Reina el 25 de abril de 1485 se le permite a la villa «tener una barca que lleva pasajeros de la Matagorda a Cádiz». Del mismo día y mes son otras dos reales provisiones que se refieren a la confirmación de algunos de los privilegios de que gozaban los puertorrealeños.

El corregidor de Puerto Real obtiene en 1486 la concesión de un tercio de los bienes confiscados a los herejes. Con ellos se pretende construir la iglesia de Puerto Real.

Esta primera andadura independiente llega solamente hasta octubre de 1488, fecha en la que se coloca a la villa bajo la tutela de la ciudad de Jerez mediante una real provisión firmada en Valladolid.

La ordenación jurídica de los oficios municipales no se hace hasta 1510, a través de las «Ordenanzas de Puerto Real». Según ellas, Jerez de la Frontera intervenía en la elección de los principales cargos municipales.

Una real provisión de 1543 concede a la Villa su soberanía e independencia, aun cuando Jerez nunca la reconocerá y continuará interviniendo en ella casi hasta 1646, fecha en que el general Francisco Díaz Pimienta obtiene la concesión de Puerto Real mediante su compra al rey.

Puerto Real mantiene una doble tendencia. Por un lado, se orientará hacia el campo y, por otro, hacia el mar, estableciéndose las bases que posibilitarán el desarrollo en el siglo XVIII. Se aumenta la dedicación pesquera y la extracción de sal de los puertorrealeños e incluso se construyen pequeñas factorías y almacenes en el Trocadero donde se inician las labores del carenado y reparación de buques.

Con la colonización de América, la bahía gaditana se dedica al aprovisionamiento de las mercancías y alimentos necesarios para el viaje como, así como a la reparación de los desperfectos ocasionados por la travesía en los barcos. Así, en terrenos del Trocadero, se asientan las bases de la actual construcción naval.

La mala situación económica española a partir de 1646 durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II-, llevará a la venta de cargos, a la subasta del cobro de los impuestos y a la venta de posesiones reales. Es de esta manera como el general Francisco Díaz Pimienta accede a la posesión de la villa de Puerto Real el año de 1646 por la cantidad de 36.916 ducados de plata.

Al fin, en 1676, Puerto Real se ve libre de la dominación señorial mediante la propia compra de su libertad, costeada por los bolsillos de todos los vecinos.

4. ESPLENDOR

El esplendor de la Villa

Desde el punto de vista del desarrollo histórico, el XVIII supone una época de auge y esplendor para la población. Son años de prosperidad en directa relación con la coyuntura económica. El traslado a Cádiz de la Casa de la Contratación en 1717 marca un hito fundamental para la economía gaditana y las poblaciones de la Bahía.

A finales de agosto de 1701, una escuadra anglo-holandesa, compuesta por ciento veinte navíos de combate y setenta y cuatro de transporte, ataca Cádiz. El castillo de Santa Cruz de la Matagorda participa en la defensa. Para tomar la capital por tierra, el ejército desembarca en el Puerto de Santa María un total de 14.000 hombres, pasan a Puerto Real y la localidad es destruida y saqueada.

Pero tras estos años vendrán otros marcados con el signo de la reconstrucción y el progreso. El traslado a Cádiz de la Casa de Contratación supone el inicio una fase de fuerte crecimiento, que supone un desarrollo demográfico y urbanístico.

A mediados de siglo, la Villa cuenta con unos 5.000 habitantes. A final del siglo la cifra de población se situaba por encima de los 10.000.

La población activa se dedica básicamente a la industria naval y al comercio, con el Arsenal de la Carraca y el Caño del Trocadero, complementados con la agricultura y la pesca. Industrias de fabricación de jarcias, de piezas de cobre, de jabón, de bizcocho y de licores son buena muestra de ello.

Durante estos años, en especial durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, se realizan obras civiles que son reflejo de la expansión económica:

Las obras del muelle, el abastecimiento de agua, el puente de barcas en el Río San Pedro y el Mercado de Abastos, aún en uso. El casco histórico, con la construcción de edificios particulares, adquiere su mayor expansión. Sobresalen las grandes casas de hidalgos, algunas de tres plantas, con portadas de piedra y escudos de armas.

En cuanto a la arquitectura religiosa, destaca la construcción de la Iglesia de San José.

En estas fechas ya estaba terminada la de San Benito, construida sobre una antigua ermita, en cuyas inmediaciones se construyó el primer cementerio. También se construye en estas fechas el Hospital de Santo Domingo de Filipinas. Además, se realizaron obras de ampliación y mejora del convento de frailes mínimos de la Victoria.

5. DECADENCIA Y RECUPERACIÓN

El conflicto con Inglaterra a finales del siglo XVIII marca el inicio de la decadencia en Puerto Real en la primera mitad del siglo XIX. El bloqueo naval a la que es sometida la Bahía de Cádiz perjudicará gravemente el desarrollo del comercio con América y Puerto Real, dedicada a la construcción y carena de los barcos y con industrias y actividades en relación directa con el abastecimiento de las expediciones, va a sufrir las consecuencias.

A este hecho se une la epidemia de fiebre amarilla declarada en 1800. Se cifra que en tres meses pudieron perder la vida más de dos mil puertorrealeños. Como consecuencia directa, se paraliza buena parte de la actividad económica, en particular el abastecimiento de Cádiz.

Pero el golpe definitivo a la población se produce el 4 de febrero 1810. En su avance hacia Cádiz, las tropas napoleónicas entran en Puerto Real. En su repliegue, el ejército dirigido por el general Alburquerque destruyó el puente sobre el río Guadalete, forzando al enemigo a desviar su camino por la Cartuja. Abandonaron la villa unas siete mil personas para refugiarse en la Carraca, Isla de León y Cádiz, quedando en ella en torno a las mil quinientas.

El ejército británico permanece en el Castillo de Matagorda en un intento de defensa pero termina abandonándolo. Los franceses fijaron un campamento en el Pinar de la Algaida y otro en Villanueva. A tal fin se derribaron numerosísimas casas de Puerto Real, con el objeto de aprovechar sus materiales en la fortificación de la población, estableciendo reductos en las entradas de los caminos y en el muelle y Caño del Trocadero.

De igual modo, establecen baterías en varios puntos y en la Punta de la Cabezuela para el bombardeo de Cádiz. Igualmente, se apoderaron de los almacenes de grano y de los efectos navales existentes, destruyendo huertas y arbolados.

El balance tras dos años y medio de ocupación fue de entre ochocientas y novecientas casas destruidas, las dos terceras partes del caserío. En 1813 quedaban en la población unos dos mil habitantes.

Otro más de los factores que van a condenar a Puerto Real a la decadencia es el proceso de independencia en América que se inicia tras las Cortes de Cádiz. La pérdida del mercado colonial, tendrá su reflejo en la localidad. Interrelacionados entre sí unos y otros factores, es decir, la destrucción de los medios de producción por la guerra y la desaparición del mercado, en Puerto Real se comienza un proceso de re-ruralización.

Tras el breve período liberal que Puerto Real vive tras la invasión napoleónica, en 1814 se inicia un período absolutista hasta que en 1820 se produce la sublevación liberal de Rafael de Riego. El rey acata la Constitución de 1812 pero pide ayuda a las potencias absolutistas. Un ejército francés, con el nombre de los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, se encargó de la restauración del absolutismo en España. El ejército se dirigió a Cádiz, reducto de los liberales, llegando a Puerto Real.

En Puerto Real se había construido una “cortadura” para detener el avance enemigo, pero finalmente el contingente llegó hasta la Cabezuela para asediar a la capital. El ejército invasor estableció un empréstito forzoso y Puerto Real se vio obligado a aprovisionarlo con el consiguiente perjuicio económico.

La actividad económica industrial predominante en el siglo anterior es sustituida por la agrícola. La aparición de la primera Feria ganadera en 1843 es una señal de este cambio, como intento de recuperación económica.

Es a mediados del siglo cuando se comienza la recuperación. En 1852 se construye una de las primeras líneas de ferrocarril en España entre Jerez y El Trocadero.

Pero la recuperación definitiva de la vocación industrial se va a realizar a partir de la instalación de la Compañía fundada por Antonio López, Marqués de Comillas. A partir de entonces se produce el dominio casi absoluto de la industria naval.

Obras significativas de estos años fueron la construcción de la red ferroviaria, el nuevo cementerio de San Roque, los jardines del Porvenir, la remodelación de la Plaza de Jesús, el Teatro Principal y la iluminación de las calles, adoquinado y acerado.

El siglo XX trajo cambios y aires nuevos con mejoras en las infraestructuras; la actividad naval seguía siendo uno de los pilares fundamentales de la economía local, los pormenores y vicisitudes de ésta repercutirán en la población a lo largo de la centuria. En 1924, el arsenal de la Carraca e Isla Verde, hasta entonces dependientes de Puerto Real, pasaron a formar parte de San Fernando. La guerra civil, al igual que en el resto del país, produjo un estancamiento socio-político y económico; será ya en los años cincuenta cuando se inicie un proceso de recuperación de la actividad económica, retrasándose la recuperación política y social hasta el final de los años setenta con la reinstauración de la democracia.

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